domingo, 6 de noviembre de 2016

Una breve reseña que escribí hace unos años atras

Con motivo de una ocurrente instalación que realizó una amiga, colega, Nadia Casella: escribí ésta reseña, que luego publiqué en un fanzine de edición limitada. Ahora copio y pego aqui, comparto con ustedes ésta experiencia artística en el espacio real.

Anoche todos estuvimos en el sueño de Nadia
"Soñé que nevó dentro" (2014?)



Lo que no mencionó Nadia es ¿dentro de qué? Pero en el marco de la semana del Arte, nos invitó a su departamento ubicado en Italia y Urquiza. Donde había polietileno expandido, expandido por todo el piso, valga la redundancia. Al entrar por el pequeño pasillo del monoabiente uno se encontraba con el baño a la derecha, intervenido íntegramente por Rocío De Zavaleta. Globos blancos, la expansión al cubo del polietileno. La bañadera llena de agua y espuma blanca flotando. La sorpresa era el marcador blanco, yacía parado al costado del lavabo, dueño de una trayectoria insoslayable por los azulejos. Parecía invitar al público a ser utilizado.
Si el baño no lograba despertar curiosidad, cosa que me parece imposible, la opción era descalzarse y caminar en dirección a la ventana, pisando el polietileno expandido, ésta acción simple parecía despertar cierto rechazo en la mayoría de los asistentes, ya que es un material que se adhiere fácilmente a la ropa por efecto de la electricidad estática, pero la sensación de éste debajo de los pies era un bálsamo curativo que se contraponía a la rigidez que genera la formalidad de andar por la vida con zapatillas o zapatos, y si además uno viene un poco cargado con el stress de la vida en la ciudad, las labores, los deberes, las preocupaciones, ésta instalación lograba hacer que uno se olvide de todo y se abra al goce corporal. Además era viernes, y afuera llovía.
Nadia nos esperó con vino blanco, vino tinto y gaseosa para los abstemios. Tampoco faltó algo para picar que circulaba en un bowl  por entre el polietileno expandido. 

En la habitación además había música sintonizada de una estación de radio e imágenes paganas, collages e intervenciones gráficas, algunas despertaban sensaciones siniestras. La consigna era llevar binoculares, porque sobre unos soportes lineales había imágenes que se podían ver desde la cómoda horizontalidad.
Rápidamente los cuerpos lograban sintonizar la situación, el piso, la blancura y la volatilidad, la actividad lúdica era inevitable, tirarle suavemente un manojo de polietileno al que esté más cerca por encima de su cabeza. Risas. Recuerdos de peloteros, soplidos para ver qué sucedía, e improvisación de lanzamiento de celulares, una especie de tejo de mesa, pero en éste caso “tejo de piso”.
Y llegaron las musas……………. Nueve muzzas para los invitados. ¡Qué inspirador!
Por último ¡oh detalle! ¡oh poesía! Nadia había comprado bolsitas para que cada uno se lleve a su casa un poquito de Nieve. Un poquito más del que ya nos llevábamos por defecto en los bolsillos y en la memoria. Gratos recuerdos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario