Anoche todos estuvimos en el sueño
de Nadia
"Soñé que nevó dentro" (2014?)
Lo que no mencionó Nadia es ¿dentro de qué? Pero en el marco de la
semana del Arte, nos invitó a su departamento ubicado en Italia y Urquiza.
Donde había polietileno expandido, expandido por todo el piso, valga la
redundancia. Al entrar por el pequeño pasillo del monoabiente uno se encontraba
con el baño a la derecha, intervenido íntegramente por Rocío De Zavaleta.
Globos blancos, la expansión al cubo del polietileno. La bañadera llena de agua
y espuma blanca flotando. La sorpresa era el marcador blanco, yacía parado al
costado del lavabo, dueño de una trayectoria insoslayable por los azulejos.
Parecía invitar al público a ser utilizado.
Si el baño no lograba despertar curiosidad, cosa que me parece
imposible, la opción era descalzarse y caminar en dirección a la ventana,
pisando el polietileno expandido, ésta acción simple parecía despertar cierto
rechazo en la mayoría de los asistentes, ya que es un material que se adhiere
fácilmente a la ropa por efecto de la electricidad estática, pero la sensación
de éste debajo de los pies era un bálsamo curativo que se contraponía a la
rigidez que genera la formalidad de andar por la vida con zapatillas o zapatos,
y si además uno viene un poco cargado con el stress de la vida en la ciudad,
las labores, los deberes, las preocupaciones, ésta instalación lograba hacer
que uno se olvide de todo y se abra al goce corporal. Además era viernes, y
afuera llovía.
Nadia nos esperó con vino blanco, vino tinto y gaseosa para los
abstemios. Tampoco faltó algo para picar que circulaba en un bowl por entre el polietileno expandido.
En la habitación además había música sintonizada de una estación de
radio e imágenes paganas, collages e intervenciones gráficas, algunas
despertaban sensaciones siniestras. La consigna era llevar binoculares, porque
sobre unos soportes lineales había imágenes que se podían ver desde la cómoda
horizontalidad.
Rápidamente los cuerpos lograban sintonizar la situación, el piso, la
blancura y la volatilidad, la actividad lúdica era inevitable, tirarle
suavemente un manojo de polietileno al que esté más cerca por encima de su
cabeza. Risas. Recuerdos de peloteros, soplidos para ver qué sucedía, e
improvisación de lanzamiento de celulares, una especie de tejo de mesa, pero en
éste caso “tejo de piso”.
Y llegaron las musas……………. Nueve muzzas para los invitados. ¡Qué
inspirador!
Por último ¡oh detalle! ¡oh poesía! Nadia había comprado bolsitas para
que cada uno se lleve a su casa un poquito de Nieve. Un poquito más del que ya nos llevábamos por defecto en los bolsillos y en la
memoria. Gratos recuerdos.
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